Sunday, 19 de May de 2024


En la Cruzada contra el Hambre hay gato encerrado




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La pobreza es, sin duda alguna, uno de los flagelos más lacerantes del ser humano. Pobreza espiritual, pobreza material, económica, alimentaria.

 

De todas las categorías de pobreza que elaboran los organismos nacionales e internacionales, instituciones públicas o privadas, se ha concluido que la pobreza urbana, la que se vive y padece en las grandes urbes, es la más ignominiosa. Hay decenas de explicaciones que se formulan al respecto, sobre todo de índole técnico. Sin embargo, me parece que podemos concluir sin tecnicismos que en las grandes ciudades la pobreza se agudiza en la medida en que el poder adquisitivo se reduce, la vida es más cara y las oportunidades para los más desfavorecidos son pocas.

 

 

En este contexto, los tres órdenes de gobierno están obligados a generar políticas públicas que ayuden a reducir la pobreza. Se implementan programas que procuran paliar las carencias de los sectores sociales más desprotegidos. Los gobiernos federales emanados del PAN, basados siempre en la filosofía humanista y de subsidiariedad, impulsaron el programa más exitoso de las últimas décadas al respecto: Oportunidades. Por si fuera poco, el vínculo entre el Estado y los beneficiarios en el concitado programa siempre fueron las mujeres, porque en Acción Nacional sabemos que ellas son, dentro del núcleo familiar, las más responsables de la sociedad pues siempre están al pendiente del mejor desarrollo y formación de sus hijos y de la pareja.

 

 

El programa, exitoso como lo fue, sigue siendo aplicado por la nueva administración federal priista. Probablemente le cambien de nombre y eso no tendría por qué provocar mayores problemas, pues además Oportunidades siempre contó con reglas claras de operación y con estándares muy altos de transparencia. Veo un riesgo no en el cambio de nombre, si es que el gobierno de Peña Nieto se decide a hacerlo, sino en la vertiente que se le dé al programa Oportunidades para convertirlo en un instrumento electoral al servicio de su partido.

 

 

Dicen, y dicen bien, que quien crea fama puede echarse a dormir. Y en materia de utilización de recursos económicos y programas sociales, el PRI siempre se distinguió por especializarse en ganar elecciones a cambio de la explotación de las carencias y el hambre en México. Algún día le falló la fórmula —el pueblo siempre inteligente le pasó factura—, pero sin duda quedó en ellos la tentación de volver a incurrir en dichas prácticas.

 

 

Una muestra del perfil del combate a la pobreza que empleará el PRI en los años subsecuentes es el anuncio de la Cruzada Nacional contra el Hambre, propuesta formulada por Enrique Peña Nieto desde la toma de posesión. Visualizada entonces como una propuesta atractiva e innovadora, esperamos pacientemente el anuncio de las reglas de operación. En efecto, días después se constituyó una comisión intersecretarial con las reglas —muy mínimas— de aplicación de la Cruzada Nacional contra el Hambre, reglas muy generales, laxas y más bien lacónicas.

 

 

Posteriormente se hicieron públicos los municipios del país que serán beneficiarios de la Cruzada Nacional contra el Hambre. Con dicho anuncio las dudas aumentaron, pues aunque el programa dice pretender atender a 7.4 millones de pobres en el país, resulta que muchos de los municipios que se van a atender no son comunidades precisamente en condiciones de pobreza extrema, sino demarcaciones que por casualidad tendrán procesos electorales en el 2013.

 

 

El periódico Reforma realizó un estudio al respecto y detonó la bomba mediática de un programa que, desde entonces, tiene claramente un tufo electoral y no de combate a la pobreza. El Senado de la República, a través del grupo parlamentario del PAN, propuso citar a comparecer a la secretaria de Desarrollo Social del gobierno federal, Rosario Robles, y el PRI se negó, evitando con ello una mayor explicación de la Cruzada Nacional contra el Hambre. Ello permitió inferir, con mayores elementos, que en el programa peñista-priista hay gato encerrado.

 

 

Puebla capital está en el marco de los municipios supuestamente beneficiarios de la Cruzada contra el Hambre. En días pasados, solicitamos formalmente al secretario de Desarrollo Social del Ayuntamiento capitalino la debida atención al papel que le toca asumir a nuestro gobierno en cuanto a la coordinación con el gobierno federal para la aplicación de las reglas del programa. Se nos refirió que no ha habido mayor información de parte del gobierno federal, pero que quede claro: las autoridades panistas del gobierno municipal, en aras de cumplir con la ley, estaremos más que atentos a que el PRI y el gobierno federal no utilicen la Cruzada contra el Hambre con fines electorales. Que no se convierta en una Cruzada para la Victoria Electoral del tricolor en Puebla que, dicho sea de paso, es la tercera fuerza política en el municipio. En nuestro estado y en la capital el PAN tiene con qué para detener los intentos electorales de alquimia por parte del PRI nacional y del gobierno federal, con todo y las visitas alegres que recientemente han hecho a la entidad personajes como César Camacho, Ivonne Ortega y otros. Por cierto, para morir de risa: los pobres pueden registrarse en el programa vía electrónica, en Facebook. Incluso pueden darle “Me gusta” a su calidad de pobres para sumarse a la cruzada en cruzadacontraelhambre.gob.mx/#gracias .

 

 

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